Llegados a la Plaza Mayor,"su ojo avisado advierte la vida que late alrededor":es el Madrid de Lope, Cervantes, Quevedo, Góngora o Calderón, la villa de los mentideros y los lances de honor.
Y recorren los mozos San Sebastián y San Isidro, la Cruz Verde, Puerta Cerrada y Cuchilleros, y se asoman a los corrales de comedias, que allá por el Dorado Siglo acaparan la atención de los habitantes de este poblachón.
Y es que la España del XVII vivía pendiente del quehacer de cómicos y poetas. Una España mísera, que entretenía el oído con sonetos, serventesios y redondillas en espacios "otrora dedicados a la cría de capones y gallinas".Como diría el poeta francés Jean Baptiste Poquelin, "hablaban en prosa sin saberlo;entendían de versificación sin pasar por academias ni universidades".
(Los fragmentos entrecomillados pertenecen al discurso de ingreso en la RAE de A. Pérez Reverte)
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